El magnetógrafo y el franelógrafo

Se denomina también pizarra de conceptos. Es una especie de póster montable y desmontable sobre la marcha. Es útil para la explicación de conceptos sencillos y de carácter orgánico, jerárquico, etc. Se ha empleado en la escuela tradicional a modo de un mecano para componer las distintas partes de elementos u organismos. En la universidad tiene un uso muy limitado, salvo en aquellas situaciones, generalmente de laboratorio, donde es necesario presentar sistemática y organizadamente algún sistema o mecanismo.

Aunque en origen es una superficie magnética o de franela, se puede sustituir por un corcho donde se van pegando los elementos que integran el razonamiento, concepto, etc., que han sido previamente recortados. Al ser un medio basado en imágenes y símbolos, sólo se pueden utilizar las ilustraciones necesarias y adecuadas al tema. En definitiva, los puntos clave. Estas ilustraciones deben ser claras en cuanto a la expresión de las ideas y con más imágenes o ilustraciones que textos escritos. Deben estar coloreadas, bien rotuladas y cuidadosamente realizadas.

El papelógrafo

En algunos de los manuales consultados sobre los medios didácticos recibe el nombre de multiplán o rotafolio. Se trata, en definitiva, de un cuaderno de 90 x 70 cms. que nos sirve de apoyo para la comunicación oral. Dadas sus dimensiones, su empleo es aconsejable únicamente en pequeños grupos y para utilizaciones muy concretas, ocasionales (una fecha, un nombre, una bibliografía, una fórmula, etc) y siempre en manos de alguien que tenga una letra agradable y legible. Como medio de comunicación aparece cercano y solidario pues supera las barreras que impone la pizarra en cuanto a las relaciones interpersonales y la distancia. La pizarra es un medio de comunicación vertical (profesor ==> alumno) que no resulta aceptable en una comunicación entre iguales y, además, para usarla, en muchas ocasiones hay que separarse del grupo y encaramarse a un estrado. El papelógrafo rompe estas relaciones y favorece la igualdad entre todos los que acuden a la charla, tanto los que hablan como los que escuchan.

No es un medio para estar continuamente sobre él. Pues cada hoja que se utiliza no es recuperable y permite, con dificultad, relacionar partes de un mismo razonamiento. No soporta un desarrollo matemático largo o complicado.

Sin embargo, es un medio muy interesante para intercambiar opiniones y debatir ideas. Cada una de éstas se presenta en hojas aparte en el papelógrafo y, una vez terminada la exposición, se arranca y se pega sobre la pared. En el momento del debate todas las ideas permanecen a la vista del grupo y éste estará más documentado y mejor dirigido. A medida que se van discutiendo o descartando cada una de las opiniones se descuelgan de la pared y nos vamos centrando en las que quedan. De esta manera cada una de las hojas del papelógrafo funciona como un improvisado póster que permite tener acceso permanente a cada uno de los temas que se han tratado.

También puede sustituir a la pizarra en presentaciones de tipo divulgativo, donde no sea necesario su empleo continuo y con pequeños grupos. En estos casos, presenta algunas ventajas tales como la posibilidad de traer el material confeccionado y ordenado, secuenciando así la presentación y colaborando decisivamente en la preparación. Asimismo, puede servir de material de repaso, como síntesis, conclusión de la sesión, refuerzo o como aclaración de alguna duda pendiente o pregunta al final de la sesión.

Si tenemos previsto utilizar alguna hoja más de una vez a lo largo de la sesión, es aconsejable marcar éstas con algún recurso (post-it, Clip, doblez, etc.) para poder encontrarlo rápidamente y que no sea necesario buscarlo hoja por hoja. Para secuenciar bien la presentación es aconsejable dejar páginas en blanco entre cada uno de los bloques que forman la exposición, empezando por la primera.