Tipos de pizarras

Existen varios tipos de pizarra que se adaptan a diferentes necesidades. En unos casos, relacionados con las materias que se van a explicar, así los contenidos de carácter matemático van a necesitar pizarras de gran tamaño, y en otros, con las características de la sala, su aspecto, el mobiliario y los aparatos o enseres que allí se encuentran. Cuanto más grande es ésta más posibilidades tiene como medio de expresión.

Los tipos de pizarra más aconsejables para su empleo en aulas que van a tener un uso exhaustivo son las tradicionales de tiza, ya sean negras o verdes. Son las más fáciles de mantener, se ven mejor y, sobre todo, son las que menos cansan la vista de los alumnos. Este detalle es importante cuando está previsto que el alumno pase muchas horas delante de ella y es muy digno de tener en cuenta cuando el aula no tiene buenas condiciones de iluminación y, sobre todo, a última hora del día donde los alumnos arrastran el cansancio de la jornada.

Su inconveniente principal es que la tiza puede ser una fuente de polvo, que puede dañar equipos y aparatos, manchar las ropas y, en algunos casos, provocar alergias en los dedos del usuario. No obstante, cada vez se emplea más un tipo de tiza que no produce polvo y que, en consecuencia, es más limpia. Para los casos de alergia se puede emplear un portatizas que evite el contacto del yeso con la piel.

Existen diferentes tipos de pizarra de tiza:

De acero vitrificado y con mantenimiento nulo. Son las más aconsejables en las aulas donde van a tener un empleo continuo e intensivo. Su gran dureza permite escribir con facilidad trazos firmes y legibles y borrarlos sin que queden manchas ni restos de tiza. Esta pizarras permiten también un fregado que aconsejamos que se haga al final de cada jornada.

También permiten la adhesión de elementos magnéticos que complementen algunas explicaciones a base símbolos y expresiones conceptuales.

De madera, acondicionadas con una pintura especial. Es un tipo de pizarra barata y portátil que tiene su utilidad en lugares donde no es posible colocar una pizarra sobre la pared o tiene un empleo restringido. Estas pizarras se deterioran con facilidad, lo que se pone de manifiesto en que cuesta trabajo borrarla, quedan siempre restos de escritura y la marca que deja la tiza comienza a ser imperceptible.

De cemento, construidas directamente sobre la pared y preparadas para escribir con tiza. Estas pizarras son las características de aulas antiguas. Cuando se deterioran es necesario pintarlas con una pintura adecuada. Si la pared no tiene un tratamiento bien hecho son muy duras para escribir sobre ellas, presentan muchas irregularidades y son muy difíciles de borrar.

De lienzo o de plástico. Son enrollables y están acondicionadas para escribir con tiza. Son pizarras de quita y pon y para emplearlas sólo ocasionalmente.

La pizarra blanca es más moderna que las tradicionales y presenta un aspecto más cuidado. Son de polivinilo rígido, blancas, y sobre ellas se escribe con un rotulador especial. Si embargo, desde el punto de vista de la eficacia como recurso de apoyo a la comunicación, presentan algunas deficiencias. En primer lugar, una sesión larga sobre ella es agotadora para el alumno, su brillo cansa la vista, el trazo del rotulador siempre es más fino y la letra más pequeña por lo que se lee peor. Por otro lado, estas pizarras no suelen ser muy grandes pues está pensadas fundamentalmente para aulas pequeñas o salas de reuniones donde su empleo no es continuado.

En contra de lo que podemos encontrar en algunos escritos, no debemos proyectar nunca con el retroproyector sobre ella, aunque sea para escribir, acotar o completar algún destalle relacionado con la proyección. La proyección sobre una superficie brillante crea reflejos que se transmiten a la audiencia creando una imagen muy clara, sin contraste y que cansa inmediatamente a la audiencia.

Para escribir sobre estas pizarras debemos disponer de rotuladores adecuados. Estos rotuladores no sólo se deben borrar con facilidad sino que deben escribir con la suficiente intensidad como para que el trazo sea legible.

Un inconveniente importante de este tipo de pizarras es que con el tiempo se estropean, pierden el brillo y no se pueden borrar bien. Hay que cambiarlas cada cierto tiempo. Por otro lado, los rotuladores manchan las manos y cualquier superficie que se ponga en contacto con ellos. Su mancha es más perdurable que la de la tiza.

También existen pizarras de plástico con tratamiento ferromagnético, blancas, donde además de escribir con un rotulador o marcador, podemos adherir elementos gráficos mediante imanes o cartulinas magnetizadas.

Las tecnologías de la Información han irrumpido en el mundo de la pizarra y han aportado nuevas posibilidades de expresión a las mismas. No incluimos entre las pizarras lo que se ha dado en llamar la Pizarra electrónica, que no es otra cosa que la proyección de imágenes generadas en un sistema de presentación a través de un proyector multimedia.

El primer desarrollo de este tipo de medios fue la pizarra copiadora que permite reproducir todo lo escrito sobre la superficie de la pizarra en papel mediante un sistema de fotocopias que tiene incorporado. Estas pizarras tienen un aspecto similar a las blancas, emplean los mismos rotuladores y ofrecen dos o más paneles desplazables que hacen más cómodo su uso y la utilización de varias páginas alternativas de texto.

Las más modernas permiten copiar en impresora hasta cuatro colores y en papel normal y se pueden conectar a un ordenador y almacenar allí la información escrita, enviarla por correo electrónico, etc.

El nuevo concepto que se comienza a barajar en lo relacionado con este tipo de pizarras es la pizarra interactiva que, en esencia, es la pizarra copiadora a la que se le añade un proyector multimedia. Sus características principales son:

Otra clasificación con respecto a las pizarras se hace en función del soporte sobre el que están montadas. Pueden ser, además de fijas o portátiles, desplazables sobre raíles, de manera que el frontal del aula esté ocupado por diferentes recursos que se van colocando en función de las necesidades de los ponentes: papelógrafo, pantalla, pizarra, etc. También pueden venir , colocadas sobre bisagras que se puedan abrir o cerrar para ocultar la pizarra y mostrar paneles con cualquier tipo de información. En las universidades encontramos pizarras de hoja doble y triple, montadas sobre una estructura de carriles, que permite el desplazamiento de cada una de sus hojas, manteniéndolas siempre visibles a los ojos de los alumnos.

La pizarra debe estar colocada a la altura que los alumnos la puedan ver sin que se lo impidan la mesa del profesor o las cabezas de sus compañeros. Pero si está demasiado alta, la zona superior no queda accesible a una profesor de altura media. Para elevar la pizarra es conveniente colocar un estrado debajo que permita acceder a toda su superficie sin problemas.